Déjame contarte una historia para ilustrar lo que pasa en nuestra vida como viajeros del tiempo que somos. Cerca de la entrada de una ciudad, una mujer estaba sentada bajo la sombra de un árbol al borde de un camino. Después de un rato llega un viajero y le pregunta: – ¡Buen día señora! ¿Cómo es esta ciudad? – ¿Cómo es la ciudad de dónde usted viene? – Nada buena – responde él -. Allí no existe el amor, las personas se odian, sólo hay problemas… – Ay, hijo mío, esta ciudad es idéntica. Desanimado, el hombre se aleja, llevando todavía consigo los problemas de su pasado. Un poco más tarde, llega otro viajero, y también cuestiona a la señora: – ¿Cómo es esta ciudad, señora? – ¿Cómo es la ciudad de dónde viene usted? – le pregunta ella. – ¡Ah, es perfecta! Allí las personas son alegres, cordiales y el trabajo prospera… – Pues ésta también es así, igualita que la ciudad de dónde usted viene – responde la mujer -Las personas son alegres y cordiales y el trabajo prospera. Fin de la historia… Ahora, mientras lees esta breve historia, te pregunto: ¿Sabes cuál es el secreto de esta mujer? Ella sabía de antemano que el futuro de cada uno de nosotros está escrito en nuestro pasado, pero no sólo eso. También sabía que cada quien encuentra en el futuro aquello que espera encontrar. Amor, odio. Salud, enfermedad. Alegrías, tristezas. Riqueza, pobreza. Todo en nuestra vida se manifiesta tal cual lo buscamos, consciente o inconscientemente. Quien busca amor, encuentra amor. Quien busca enfermedad, obtiene enfermedad. Y así sucesivamente. ¿Lo captas? ¿Con qué te quedas de esta historia? ¿Qué esperas encontrar en tu futuro?
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